Bi tsukek y bi paajo
El conejo y el coyote

En la mirada y el vivir del pueblo zoque de Chimalapas se encuentran elementos oníricos que constituyen sustancialmente la forma de existencia de los que aquí habitamos. Un pensamiento, un hacer y un sentir es una morada en este mundo. Es así como personajes amorfos: animales, hombres, mujeres, astros, pueden acontecer en una misma persona, en un tiempo caótico que despista a la linealidad y a cualquier racionalidad que se erija como universal. La oralidad y la lengua en la que se manifiestan estos seres es cotidiana y se transmite comunalmente. No se trata de una esfera narrativa mitológica exenta de la “realidad” y de la historia, por el contrario, lo que aquí se presenta como narraciones fantásticas son historias inmediatas y realidades orgánicas de la vida de un pueblo.

Es así como las oralidades recopiladas por Keving Hernán Sánchez corresponden a una dimensión comunal de la vida, profundamente arraigadas a territorialidades que hoy siguen en disputa, la escritura es una de ellas, por tanto, estas narraciones irrumpen el terreno común de cualquier literatura que pretenda partir de la escisión entre naturaleza y humanidad, burlan el antropocentrismo de cualquier sociedad jerárquicamente letrada.  

Entre duendes, coyotes, conejos, jaguares, hombres que se convierten en monos, mujeres en puercos, árboles milenarios, ríos y montañas de larga data, constituyen un entramado de relaciones sociales entre seres humanos y no humanos. Desde hace años las narrativas recopiladas por Dionicio Hernández Ramos ya advertían el profundo conocimiento que el pueblo zoque tiene sobre su territorio y más importante aún es la constante actualización de esa oralidad en nuestro tiempo de riesgo.

Josefa Contreras