Libros–Amuleto: Creación editorial ritual
Seleccionado por el Programa de Estímulos a la Creación y Desarrollo Artístico PECDA Oaxaca 2024 (Secretaría de Cultura México)
Registro fotográfico: Gabriele Sciotto
Este proyecto propone una serie de 6 objetos editoriales definidos por mí como “libros–amuleto”.
Los libros–amuleto son libros que he venido trabajando los últimos años siguiendo procesos muy intuitivos de creación editorial. Un amuleto es “un objeto pequeño que se lleva encima, al que se atribuye la virtud de alejar el mal o propiciar el bien” (RAE). El libro histórica y teóricamente se ha definido de muchas formas pero, entendiéndolo como un dispositivo, es un sistema que le da forma a lo que vemos, una máquina para hacer ver y hacer hablar (Sancari citando a Deleuze).
Un libro–amuleto, para mí, es un dispositivo que activa una característica editorial del objeto–amuleto permitiendo establecer una relación sensible y afectiva con quien lo produce y quien lo lee. Vinculo ambos conceptos (libro y amuleto) porque he trabajado como editora, diseñadora, encuadernadora e impresora de tipos móviles y risografía por los últimos diez años, por lo que tengo una relación muy cercana con los procesos editoriales.
La intención de esta serie es explorar las posibilidades materiales de los 6 textos seleccionados para cada uno de los libros–amuleto, resignificando las palabras y al lenguaje como creadores de sentido y a la lectura como una oportunidad para el encuentro. Estos 6 textos me acompañan en mi forma de entender el mundo, de sentirme parte de un diálogo más amplio de personas que, como yo, encuentran un refugio en la creación.
Mediante este proyecto me interesa reflexionar sobre el hacer editorial como un proceso de investigación artística por sí mismo y desde aquí, abonar a la discusión sobre la edición como práctica artística que se viene articulando en los últimos años desde varios puntos geográficos.
Libro 1
Sé de un lugar
Marina Garcés
Nadie puede saber dónde puede haber un paisaje al que alguien pertenece. Nadie sabe dónde empiezan y dónde acaban los mundos que nos acogen. Todas somos, si queremos, creadoras de paisajes donde hacernos un lugar.
Libro 2
Hacer mundos
Ursula K. Le Guin
Para encontrar un mundo, tal vez tienes que haber perdido uno. O tal vez tienes que estar perdido.
La danza de la renovación, la danza que hizo al mundo, se ha bailado siempre en el filo de las cosas, en el borde, en una orilla brumosa.
Libro 3
Procura ser dichosa
Gabriela Mistral
Guárdate de lo inmenso, líbrate de la soberbia. Cree, sí, en la pequeña maravilla. Te cabe entre las manos y no la perderás; a nadie tienta y no te la arrebatarán. Esa pequeña maravilla es tu pequeño oficio o tu breve heredad. No te emborraches de ambición como de vino.
Agota primero lo próximo y lánzate solo después a alcanzar lo lejano. Lo próximo es, si eres mujer, tu casa y tu hijo; si eres hombre, tu pueblo. Si lo domas, puedes volar más lejos. Disciplínate en lo pequeño.
Libro 4
Sueño conjuros
Pasakwala Komes
En el vientre de mi madre aprendí los conjuros, ahí, en el vientre de mi madre los oí. Tomé la canasta, tomé el libro, recibí la botella, recibí el incienso.
Sueño conjuros desde el vientre de mi madre.
La presentación de resultados se llevó a cabo el 28 de marzo del 2025 en La Clínica, Galería de Arte Contemporáneo en Oaxaca, México. Se presentaron los 6 libros, así como el video de registro, el catálogo y la bitácora de procesos.
Registro fotográfico: Danielo Ramos
En el principio estaba el ritual.
Antes de tener palabras para describirlas, las fases de la luna ya influían en los tiempos para pedir, agradecer, sembrar, honrar.
El primer libro fue una cueva, dicen. La primera escritura ya era sagrada y no eran signos, sino símbolos.
¿Cuál habrá sido el primer objeto que se consideró sagrado? ¿En qué momento empezamos a considerar aquellos gestos y sus intenciones como rituales?
En el principio estaba el cuenco, la bolsa, el recipiente. Nuestras manos cuidadoras tejieron fibras, hicieron nudos, guardaron.
En el principio estaba la voz, el sonido. Fuimos dándole forma a nuestra capacidad de comunicarnos. Dibujamos, escribimos, jugamos. Contamos relatos.
Todas las culturas que han habitado este mundo han imaginado, desde sus territorios, gestos que aún ahora repetimos cuando queremos sentirnos parte de una historia más grande, cuando pedimos deseos, buscamos compañía, testimoniamos lo que sentimos.
Los rituales y las historias son tan universales como personales, tan compartidas como propias. Crean lugares que podemos habitar y, desde ahí, construirnos. Cantar, escribir, contar y testimoniar lo que creemos nos ha hecho el mundo habitable.
Los libros han sido vehículos y soportes para esta búsqueda: cuerpos habitados por las palabras que sostienen, acunan, significan.
Su historia es la nuestra; las fibras que hemos encontrado, las técnicas que hemos desarrollado, las pieles que hemos transformado. Las herramientas con los que los intervenimos, los mensajes que dejamos en ellos.
Es la historia de la mirada: mirar una piedra no como piedra sino como una otra cosa, luego ponerla sobre otra y darle un significado. Trazar unas líneas sobre ella y darle un significado. Tallarla, darle forma, significado.
Es la historia de los objetos del mundo y nuestra relación con ellos. Es la historia de un espacio por habitar y de cómo lo habitamos.
Ahora tenemos el ritual, el recipiente, los relatos. Tenemos la posibilidad de habitar el libro y, si lo necesitamos, convertirlo en amuleto.
Un día, mientras acompañaba un ritual ayuujk en la cima del Cempoaltépetl me pregunté por mis propios rituales; escuchando los rezos, sosteniendo el cuerpo de un gallo que iba perdiendo calor, viendo la sangre teñir la ofrenda de maíz, pensé en mis propios gestos para pedir, intencionar, honrar, agradecer. Para acompañarme, para habitar el mundo.
Me pregunté si mi quehacer editorial podría leerse también desde un lugar de creación sagrada, si el intencionar mis libros los convertía a ellos también en amuletos.
Este proyecto es una respuesta a esas (y muchas preguntas más) en continuo proceso que voy desarrollando desde mi lugar en el mundo. Como niña que creció en compañía de la lectura y un día (también) se dió cuenta de que los libros los podía hacer cualquiera y que ella podía hacer uno (y muchos).
Dedico este proyecto con profundo agradecimiento a las personas maravillosas que me han acompañado en este proceso y han caminado conmigo:
Sofi por todo, siempre. Isabel por tus palabras, tu cuidado, tu compañía, tu fuerza. Domingo por ser pilar, por tu corazón y tu amor por la vida. Ana Cris por ser casa, escuela y familia. Gabriele por tu atenta y cariñosa mirada. A Daniel, por acompañarme desde el cariño. A mi increíble comunidad oaxaqueña por las risas, los bailes, los sueros, las pláticas y sobre todo, su cariño: Vinik, Goyo, María Mayang, Daniela, Moni, Svarti, Tania, Andrea, Motita, Bariza, María Aramar, Danielo, Yuka, Rigo, Tonah, Chima, Cris.
A las mujeres de mi familia, honro las historias que vivieron para permitirme a mi vivir la mía.
A Oaxaca, por todo lo aprendido, lo gozado, lo vivido.